Actividades cotidianas como darse una ducha de 15 minutos, cocinar con balón de gas durante 20 minutos o conducir un auto 4 kilómetros, producen 1kg de emisiones de CO2 a la atmósfera.
Vivimos en una sociedad que cada vez demanda más energía. Según la Agencia Internacional de la Energía, se estima que los consumos de energía en el 2030 serán superiores en más de un 50% a los actuales. En este contexto, la contribución del cobre es una parte esencial de los esfuerzos que se realizan en todo el mundo para reducir las emisiones de CO2 y mejorar la eficiencia energética.
Cada tonelada de cobre utilizada en mejorar la eficiencia energética, evita la emisión de 200 toneladas de CO2 a la atmósfera
El Instituto Europeo del Cobre ha comprobado que al optimizar la cantidad de cobre en aplicaciones eléctricas, especialmente en aquellas que más energía consumen, se pueden reducir las pérdidas de energía significativamente, hasta en un 70%, mediante el aumento de la cantidad de cobre. Se mejora de manera importante el rendimiento en motores eléctricos y transformadores, como los que se pueden encontrar en los aparatos electrodomésticos y en las plantas industriales. Esto mismo ocurre en las tecnologías que usan energías renovables, como los calentadores solares. Esto sucede porque los equipos fabricados con cableado de cobre disipan menos energía aumentando con ello significativamente su eficiencia energética.
Está estimado que cada tonelada de cobre utilizada en mejorar la eficiencia energética, evita la emisión de 200 toneladas de CO2 a la atmósfera, de acuerdo a datos proporcionados por el Centro Español de Información del Cobre.
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